La vida social es como la individual, un cúmulo de relaciones cruzadas que, con buena voluntad e intentando sumar, va terminando casi siempre bien. Siempre que contemos con los otros y escuchemos sus propuestas. La vida de muchos colegios e institutos y de muchas familias está siendo en estos días finales del curso un desbarajuste a cuenta de los libros del próximo año. Teníamos un modelo que funcionaba, el de los bancos de libros propiciado por la Xunta bipartita, que cambió el PP hace ocho años. Puso en marcha el sistema de cheques para familias con problemas, cada ejercicio con menos dotación, y las ANPAS por su parte comenzaron a organizar bancos de libros para toda la comunidad escolar por el tradicional sistema de trueque. Con mucho trabajo y mucha voluntad, por cierto. Ahora llega una nueva ley de educación, aprobada solamente por el PP y con la oposición de toda la comunidad educativa, y toca cambiar los libros sí o sí. En varios cursos ya de forma obligatoria, aunque la ley será derogada por cualquier nuevo gobierno que no sea del PP que llegue al poder, como está pasando ya en otras comunidades, y con unas generales a la vuelta del verano. Y además la Xunta pone en marcha un banco de libros para las familias que necesitan ayuda sin inversión inicial y pretende implantar en cada centro una especie de banco central. Al final podemos terminar sin bancos de las ANPAS para toda la comunidad educativa, sin libros para los que los necesiten y con manuales tan fugaces como la ley que los inspiró. Pleno al quince. 

Hay colegios e institutos que llevan años organizando bancos de libros. La TVG realizaba este reportaje en el Instituto Rafel Dieste hace dos cursos.