En medio del sorteo de la lotería, con la vorágine de las Navidades, hemos votado y los diferentes partidos negocian un gobierno en precario tras unas elecciones vividas como las de la refundación. Decíamos ayer que probablemente el nuevo marco se defina en dos tiempos electorales, con unas autonómicas gallegas a la vuelta de la esquina y nuevos comicios más pronto que tarde. Mientras, alguien debería decir que es lícito y necesario que la izquierda intente llegar a acuerdos, visto el ambiente social y el espíritu de las votaciones. Por lo pronto tenemos a un Pedro Sánchez emparedado entre las llamadas a la abstención en la investidura del PP para facilitar ese gran mantra, la gobernabilidad, y la exigencia de Podemos de un referéndum para Cataluña que pide la población. Una Esquerra y un PNV que tienen escaños de oro y un Ciudadanos anclado en medio de la nada. El nuevo escenario exige a todos, a todos, buscar espacios de acuerdo y no pensar en sus estrategias partidarias. No podemos pedir a nadie un suicidio político y todos tienen que avanzar y hablar deshaciendo automatismos estériles. Estamos ante las consecuencias de la campaña de la televisión.  Para Galicia el escenario es confiar en que Podemos deje margen a los diputados de En Marea para funcionar con autonomía ante la falta de apoyo popular a los candidatos del BNG, que desaparece del Congreso tras años de poner a Galicia en el mapa. Y esperar que los diputados gallegos del resto de fuerzas políticas pongan por delante a Galicia frente a sus estrategias generales.

El vídeo de la recta final de campaña de Nós, la candidatura nucleada en torno al BNG, que ha quedado fuera del Congreso.