Vivimos un nuevo día internacional contra la violencia machista que nos habla de 48 asesinatos en España en lo que llevamos de año, 6 en Galicia. Que nos habla del tormento diario de cientos de mujeres que conviven con la violencia y el miedo, y de sus hijas e hijos. Cuando alguna de ellas consigue la fuerza suficiente para denunciar se encuentra en muchos casos con un laberinto burocrático, funcionarias y funcionarios desbordados o con la nada. Los trabajadores del juzgado contra la violencia de género de A Coruña han denunciado que no dan abasto. Por la falta de medios y de personal, por la acumulación de denuncias y la falta de espacio. No hay un lugar decente donde pueda esperar una mujer que decide denunciar su situación sacando fuerzas de flaqueza, superando mil miedos y mil frases escuchadas desde su infancia. No hay un psicólogo permanente en el juzgado de violencia que pueda hablar con ella. No hay suficiente personal para tramitar su urgencia, la historia de su vida, con celeridad. En estos momentos, si esa mujer tiene hijos, tendrá que esperar hasta cuatro meses para que el juez decida si pueden ver o no a su presunto maltratador. Ese es simplemente un ejemplo del poco apoyo real e institucional que reciben las mujeres víctimas de esta barbarie. Que se produce después de sumar mil capas de cebolla desde niñas, desde adolescentes, desde adultas a lo que es su imagen, su deber, su papel. Hoy, y todos los días. 

María se bebe las calles, Pasión Vega.