Hemos pasado un nuevo Día Internacional de lucha contra el cáncer de mama que no tiene como objetivo la lucha contra una enfermedad que no se siente aludida, que sigue su curso como todas las circunstancias vitales. El reto es la visibilidad, la prevención y derribar prejuicios y mitos. El cáncer de mama es una enfermedad básicamente femenina que afecta a uno de los símbolos de identidad de la mujer. Con 300 diagnósticos al año en nuestro entorno. Es por tanto una realidad contundente y días como los de ayer pretenden visualizarla, sacarla a la luz. Porque si algo se conoce y no se oculta es más fácil luchar, reclamar medios y hacer frente a las consecuencias del después. Que tienen que ver con esa tendencia a apartar a las personas enfermas, a silenciarlas como se silencia a la mujer. A señalarlas con una tara de por vida cuando se supera. Contábamos ayer las dificultades de las mujeres que han pasado por esa aventura para volver a la vida laboral, pedir una hipoteca o suscribir un seguro. Tenemos una realidad y hay que trabajar con ella. Con optimismo, fuerza y buscando la normalización y no la tragedia. Para eso sirven días como el de ayer. Teñidos de rosa o sin rosa. Depende de gustos. El derecho a ser visible y a la normalidad es inalienable. 

Gladiadoras del Siglo XXI una iniciativa de un grupo de pacientes del Hospital Abente y Lago que trabajan con el médico psicólogo y profesor Jorge Fernández. Ellas mismas cuentan que se trata de un proyecto audiovisual sobre las vivencias de 11 mujeres con cáncer de mama durante el proceso de enfermedad. Y siguen explicando que pretenden reflejar una actitud de resistencia activa a sentirse y mostrarse enfermas. Pretenden conservar el funcionamiento normal de su vida durante las fases de tratamiento. Todo ello acompañado del reflejo de sus emociones y deseos.