El rescate del Nova Jundiña en medio de un infierno líquido
El mar más bravo del mundo puede ser un infierno líquido. Dicen los que lo conocen. La mayoría nos limitamos a mirarlo desde la costa. Y hemos aprendido, cada vez mejor, a no acercarnos más de la cuenta. En el caladero del Gran Sol un temporal debe ser otro mundo. Hay personas que se ganan la vida trayéndonos el mejor pescado a nuestro plato. En un sector económico que junto a la agricultura es el primero en aportación al Producto Interior Bruto de Galicia. Esta semana hemos vivido el naufragio de un pesquero de nuestro puerto, el Nova Jundiña, con once tripulantes a bordo, once valientes. Y hemos comprobado qué necesarios son los medios de salvamento y la formación de las tripulaciones, el cumplir los protocolos y el que todo esté a punto. La inversión en salvamento marítimo es una malla de seguridad a la que el Estado destina dinero todos los días. Y cuando pasan cosas como las del Nova Jundiña entendemos el porqué. No más Tonechos, no más Rey Alvarez II. Los valientes del mar y de los equipos de rescate trabajan seguros porque la sociedad y los poderes públicos han entendido. Por suerte, más bien por derecho.
En 1992 murieron 30 marineros gallegos por los temporales. Reportaje de Línea 900 de aquel año.