La Ministra de Fomento se ha reunido con el Alcalde Xulio Ferreiro en Madrid y le ha dicho que urge vender los terrenos del puerto interior para financiar Langosteira. A partir de ahí se podría iniciar una campaña de márketing fantástica sobre la nueva transformación de A Coruña a mayor gloria de los promotores como se ha hecho ya en otras ocasiones en esta ciudad. El problema es que vivimos la resaca de la crisis y existe una falta de sintonía, a día de hoy, entre los nuevos regidores de A Coruña y el clan promotor. Dice el Ayuntamiento que A Coruña es la única ciudad que tiene que poner sobre la mesa sus recursos para financiar un puerto, que siempre se construyen con fondos del estado. Y es verdad. Pero es que Langosteira nació vinculado a la recalificación de los muelles para construir viviendas porque su complejidad técnica y su alto coste hicieron que el Estado advirtiera a los poderes fácticos locales desde el principio que ahí no iba a entrar. Ahora el puerto, que fue motor de A Coruña, se enfrenta a una situación financiera complicadísima por la dejación de unos, la avaricia de otros y la falta de compromiso de la mayoría. Pase lo que pase alguien tiene que dar cuentas de este dislate con el dinero de todos. Ya no es solucionar el tema, si no que se busquen culpables, porque los hay. Unos aún en la vida pública, otros en la privada. 

El Consejo de Ministros del Prestige presidido por José María Aznar en María Pita, que aprobó la puesta en marcha de las obras del puerto exterior. Con la excusa de que fuera un puerto refugio. Luego se descartó esa posibilidad por las características del mar en la zona. Evidente.