Comienzan a moverse cimientos para acoger a los refugiados que huyen de las guerras o el hambre. No estamos ante un problema que acaba de estallar ante nuestras narices. En los últimos años se ha convertido en un problema endémico y hemos dado la espalda a miles de ellos. Vienen a nosotros, huyen de sus países donde nuestros gobiernos fuerzan conflictos que provocan guerras. Esas injerencias alimentan monstruos fuertes e incontrolables como el estado islámico o los talibanes y la población civil, se convierte en la principal víctima de la situación. Gente con vidas, con profesiones, con familias estructuradas, se convierten en los nadie, como los llamaba Eduardo Galeano en su poema. “Los hijos de nadie, los dueños de nada”. Y huyendo del horror llaman a nuestra puerta. La solución rápida y necesaria ante el dislate es acoger. Como nos acogieron a nosotros. Pero después viene todo lo demás. Exigir que paren esas guerras por intereses ajenos a su mundo y denunciar a los gobiernos que las promueven. Y ayudarles a buscar un sentido a su vida sabiendo que lo mejor para todos es ¡que puedan volver a su sitio. El Ayuntamiento ha contactado con las ONGs y Fundaciones con sede en la ciudad, si algo tiene A Coruña son fundaciones, y con los bancos, cargados de viviendas vacías por la crisis inmobiliaria. Se trata de poner tiritas a nuestra conciencia. La tarea es mucho mayor tras la urgencia. Pero acoger es el primer paso. Luego vendrá todo lo demás. 
 
Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte .... Nadie estamos libres. Los nadie, Eduardo Galeano.