Mariquiña Villaverde no entendía cómo su tía Sofía, tan educada ella, insultaba a la estatua de Millán Astray que había junto a su casa cada vez que pasaba por allí. Nadie le había contado quien era ni lo que le pasó a su padre cuando ella tenía año y medio. Jose Villaverde había sido fusilado en 1936 por anarquista. Ayer Mariquiña, casi ochenta años después, estaba en el mismo lugar viendo cómo la Plaza de Millán Astray pasaba a llamarse Praza das Atochas y a través de ella, o de Elvirita que también estaba allí, comenzaba a restaurarse y a reconstruirse la memoria y el reconocimiento a todas y todos aquellos que creyendo en la Libertad y el Progreso lucharon contra el golpe militar que instauró la Dictadura franquista. Ha sido un día histórico y al fin hemos sido capaces de hacerlo. Parecía fácil, descorrer una cortina de terciopelo rojo para ver esa inscripción sobre fondo azul Praza das Atochas y debajo en blanco más pequeña el nombre que tenía, Plaza Millán Astray, para que no haya problemas con el correo. Es muy difícil de explicar que no se cambian los nombres ilegales de nuestras calles por los comercios, como era una excusa decir que Hospital Juan Canalejo era una marca de prestigio, lo es Hospital A Coruña, Universitario por cierto, sin mayor quebranto. Estamos de paso, como personas y como sociedad y nuestros actos cotidianos y nuestras vacilaciones quedan para los que vengan. Ayer asistimos a un ejercicio de dignidad. Mientras se desarrollaba ese acto bonito y sencillo en la Praza das Atochas jugaban los niños.

Me direis que no tiene que ver ... o sí. Esta canción es universal.