A lo largo de la historia de la humanidad las mujeres siempre hemos cargado con las culpas. Las culpas de nuestros propios problemas, de las agresiones recibidas. Estamos sufriendo una auténtica avalancha de muertes de mujeres víctimas de la violencia machista. Ayer otra en Vigo. Hemos conseguido ganar la batalla de las condenas públicas, hemos conseguido que se hable de violencia machista en primer término, no doméstica, no de género, pero nos falta todo lo demás. Las feministas acusan a medios de comunicación como el nuestro de subvertir el lenguaje. Decimos cae una nueva víctima de la violencia machista, complicado encontrar que un medio diga que se ha producido un nuevo asesinato, al menos en primer término. Es verdad. Y es verdad también que las mujeres están siendo asesinadas porque el “algo haría” sigue funcionando y porque se han reducido de forma drástica recursos de servicios sociales vinculados a la detección de situaciones de riesgo. Estamos rodeados de tics, de miles de capas de cebolla que hay que retirar, de roles que hay que cambiar. Alberto Núñez Feijóo acaba de declarar por ejemplo que la mujer que denunció a Baltar por prometerle trabajo a cambio de favores sexuales quería obligar al Presidente de la Diputación de Ourense a delinquir, pero que él no delinquió. O sea que ella tiene la culpa, como Eva y la manzana. De nuevo. 

La mujer, cosa de hombres. Isabel Coixet.