Este domingo celebramos el Día Internacional de la mujer. Más de cien años después de la primera conmemoración, cuando el derecho a voto para nosotras era una utopía porque muchos consideraban que las mujeres padecíamos de forma permanente la enfermedad de la histeria, lo que nos inhabilitaba para la vida pública. Llegaron a decirlo en sede parlamentaria. Mujeres de todos los continentes y de todas las razas conmemoramos esos más de 100 años de lucha por la igualdad, la justicia y la paz. Necesitamos el día de la mujer porque somos las segundas en todo, en sueldo por misma tarea y horas de trabajo, 17 por ciento menos que los hombres en España según la OCDE, en reconocimiento social de nuestras tareas, en libertad para elegir. En A Coruña el Ayuntamiento ha puesto en marcha este año una novedosa iniciativa en la que pide que los hombres también se muevan por las mujeres, con el #Douopaso. Un decálogo de buenas prácticas en aras de la igualdad que navegará por las redes sociales y se mostrará en los centros cívicos. Está bien, la lucha por la igualdad es tarea de todas y todos. Sigue siendo tarea no obstante, sobre todo, de nosotras. Solamente cuando alguien es consciente de un problema puede solucionarlo. Y las mujeres somos las que debemos reclamar nuestro sitio. Con paso firme aunque la herencia, los mensajes de generaciones y la realidad misma nos hagan vacilar. Decía Gandhi, “si la no violencia es la ley de nuestro ser, el futuro está con las mujeres”...y con todo aquel que nos quiera acompañar en esta aventura.

Invisibles.