Seguimos a vueltas con el Prestige trece años después de aquel dislate. Y nos encontramos ante la metáfora del dislate total. La gestión del gobierno español fue desastrosa y contribuyó a que lo ocurrido terminara en catástrofe pero, si aceptamos esa tesis, el Estado, y por tanto todos, debemos pagar compensaciones a diestro y siniestro sin poder recibir ayudas por la herida que sufrieron nuestras costas, nuestra economía, y nuestro paisaje. El juez de la Audiencia de A Coruña dio carpetazo al tema señalando que los acusados, el capitán, el jefe de máquinas y el ex director general de la Marina Mercante eran inocentes de los delitos medioambientales que señalaban las acusaciones. Sólo Mangouras fue condenado a nueve meses de cárcel, que ya cumplió con creces, por desobedecer a las autoridades españolas. La fiscalía ha presentado recurso de casación contra la sentencia y vuelve a señalarle para aumentar las indemnizaciones de compañías de seguros y armadoras de barcos que eran chatarra andante que navegaban por nuestras costas. Como telón de fondo la falta de asunción de responsabilidades políticas de un gobierno inane que nos metió en un tremendo embolado por pura dejación. Casi todos siguen ahí. Y los que no, Aznar a la cabeza, se permiten el lujo de dar lecciones de no se sabe qué a estas alturas. 

La visión de la televisión pública alemana sobre todo aquello. Está en el canal de A Burla Negra.