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sábado, 18 de mayo de 2024 00:03h.

La grada de enfrente

La primera victoria del Leyma Básquet Coruña llegó por fin en la cuarta jornada de liga. El equipo coruñés se impuso al Cafés Candelas Breogán en el duelo de rivalidad regional disputado el pasado domingo en Riazor. El técnico Tito Díaz, con pasado celeste, se ha convertido en un aguafiestas para el que fue su equipo y su afición. Por segundo año consecutivo, el Leyma Básquet Coruña ha roto la imbatibilidad del equipo lucense.

El guión del partido fue incluso mejor de lo que cualquier aficionado del equipo local podría haber soñado. El Leyma Básquet Coruña dominó el partido de principio a fin y, aunque los de Lisardo apretaron en los últimos compases, nunca pudieron rebajar la ventaja de los coruñeses por debajo de los cinco puntos.

Ver a los jugadores apiñados en medio del parqué, botando y celebrando la victoria es una imagen muy agradable de ver, verlos acercarse a la grada para saludar a sus aficionados, con una sonrisa de oreja a oreja, también. Resulta comprensible que la euforia se desatara en un primer momento. Aunque nunca ha habido presión por los resultados, no parecía complicado que un plantel joven como el que maneja Tito Díaz pudiera caer en el desánimo si continuaba acumulando derrotas. Con esta primera victoria las cosas se ven de otra manera, el optimismo ha regresado.

Sé que es imposible pero me gustaría que el Leyma Básquet Coruña jugara cada semana contra el Cafés Candelas Breogán. Resulta muy sencillo motivar a los jugadores cuando juegas contra el Breo. Todos quieren hacerlo bien, todos desean dejarse ver ante un rival cuyo sitio es la liga ACB. El domingo, además, estaban presentes las cámaras de la Televisión de Galicia.

Sin embargo, el motivo fundamental por el que me gusta recibir cada año la visita del Breogán es por el aspecto que presenta el pabellón. Los aficionados lucenses acuden en masa a nuestra ciudad, animan a su equipo de principio a fin, aportan color y decibelios a las gradas. El domingo, una grada estaba ocupada casi al completo por los aficionados del Básquet Coruña, enfrente, las bancadas se teñían de color azul celeste.

Esa grada de enfrente debería de ser un espejo en el que mirarnos. Imaginemos que un día el Básquet Coruña viaja a Lugo o a cualquier otra ciudad escoltado por quinientos aficionados vestidos de naranja, respaldado por los gritos de aliento de toda esa gente, gente que apoya en todo momento a los suyos pero que confraterniza con la hinchada rival, gente que se conduce con total educación y urbanismo pero que sabe que su papel en este juego es dar soporte moral a su equipo, ayudarles a superar los malos momentos, llevarlos en volandas hasta la victoria con sus cánticos o con sus protestas. Eso aquí, en Coruña, no lo tenemos. Por eso deseo que juguemos siempre contra el Breo. Al menos hasta que aprendamos esa lección que nos imparten una vez al año en las gradas.