El Deportivo sigue fiel a su patrón de juego en el estadio de Riazor. La seriedad defensiva y la falta de problemas en la portería propia es directamente proporcional a los problemas que padece en ataque. Los de Vázquez fueron de nuevo un conjunto sin fisuras en su zaga, convirtiendo a Lux en un espectador de lujo. Sin embargo el juego de ataque naufraga cuando pisa la orilla del área rival. Los coruñeses salieron fieles al 4-4-2 con la novedad de Rudy en lugar del lesionado Arizmendi. El primer acto se completó tras 45 minutos de juego espeso y tímidas ocasiones a pies de Borja Bastón. El Deportivo sufre cuando no encuentra pases interiores que clarifiquen su ataque y el Mirandés supo tapar todas las grietas que pudieron surgir en su espalda. El resultado de ambas cosas fue un encuentro tedioso en su primer acto. En la segunda mitad el Depor salió con otros bríos, llegando a encerrar durante muchos minutos a los de Gonzalo Arconada. La intención fue buena, la praxis no obtuvo premio pese a disfrutar los locales de dos claras ocasiones de gol. Una tras un slalom de Rudy en el que el portugués rompió a dos rivales, asistiendo a un Juan Carlos que envió fuera. La otra en una falta lateral que Álex Bergantiños estrelló en el larguero. Los blanquiazules movieron banquillo dando entrada a Luis y Luisinho por Wilk y Juan Carlos. El tercer movimiento fue la entrada de Teles en lugar de Rudy, pero en esta ocasión los cambios, lejos de significar una mejoría, parecieron atascar aún más a los coruñeses. Al final una igualada sin goles que permite mantener la puerta cero por tercera jornada consecutiva, traduciendo el trabajo defensivo de los blanquiazules en la condición de equipo menos batido de la categoría. Por contra, un empate que deja la sensación de que las victorias en Riazor van a ser un premio que habrá que trabajar con sufrimiento.