El Depor depende de sí mismo para mantener la categoría
15 de mayo de 2011 (02:00 h.)
Objetivo cumplido. El Depor sumó un punto en el Camp Nou que le permite afrontar la última jornada de Liga dependiendo de sí mismo. El temor de los coruñeses y el espíritu festivo de un Barça sin nombres propios condenaron el partido a mero pacto de no agresión.
Lotina y Guardiola se aliaron para dar apariencia de contienda sobre el papel a un encuentro sin porterías convertido en paradoja. El técnico blanquiazul alineó un 11 jugón para correr detrás de la pelota - 20 por ciento de posesión para los blanquiazules - y el entrenador del campeón apostó por una juventud hambrienta que en realidad se mostró inapetente y apenas probó a Aranzubía.
Con todo, el choque arrancó con un zarpazo de Lassad a pase de Valerón que Valdés salvó con la cara. También Valerón, en combinación con el tunecino, estuvo a punto de abrir el marcador. Anécdotas tempraneras al margen, el cuadro herculino entregó la posesión para buscar alguna contra que nunca llegó y se replegó sin rubor como tantas veces fuera de casa. Al descanso, Aranzubía no había sufrido pero el gol visitante estaba más lejos que nunca. El Depor olvidaba su necesidad y respetaba en exceso a un Barça menor.
La segunda parte acentuó más el monólogo de un Barça a cámara lenta y sin intención de pisar el acelerador. Los banquillos no hicieron gran cosa por cambiar la película y sólo una galopada de Xisco casi fuera de tiempo pudo mandar los tres puntos a orillas del Atlántico.
Lotina y Guardiola se aliaron para dar apariencia de contienda sobre el papel a un encuentro sin porterías convertido en paradoja. El técnico blanquiazul alineó un 11 jugón para correr detrás de la pelota - 20 por ciento de posesión para los blanquiazules - y el entrenador del campeón apostó por una juventud hambrienta que en realidad se mostró inapetente y apenas probó a Aranzubía.
Con todo, el choque arrancó con un zarpazo de Lassad a pase de Valerón que Valdés salvó con la cara. También Valerón, en combinación con el tunecino, estuvo a punto de abrir el marcador. Anécdotas tempraneras al margen, el cuadro herculino entregó la posesión para buscar alguna contra que nunca llegó y se replegó sin rubor como tantas veces fuera de casa. Al descanso, Aranzubía no había sufrido pero el gol visitante estaba más lejos que nunca. El Depor olvidaba su necesidad y respetaba en exceso a un Barça menor.
La segunda parte acentuó más el monólogo de un Barça a cámara lenta y sin intención de pisar el acelerador. Los banquillos no hicieron gran cosa por cambiar la película y sólo una galopada de Xisco casi fuera de tiempo pudo mandar los tres puntos a orillas del Atlántico.